Reflexiones

Fíjese como Hiela el viento norte en el techo del mundo, Fiiiuuu... Soplando fuertemente  como queriendo arrancarle el alma. Agita el corazón... Hace tiritar carne y hueso. Si, el día agoniza  Y se despide dorando a su paso la infinita paleta de colores  Que el valle puebla. Inevitable es la congoja  de saber inminentes Las brumas; grises primero Negras después: Que embargarán  Primero el valle  El cerro después... Terriblemente bella la naturaleza es Haciendo frente a sus ojos mis ojos una danza eterna  De la que efímeros y distraídos  Testigos somos... Fiiiuuu... Fíjese Ud.

“¡Qué maravilla de campanas!... ¡Don! ¡Don! ¡Don! ¡ Diron ! ¡ Diron ! ¡Don! ¡Don! ¡Don! ¡ Diron ! ¡ Diron !”  Horacio Galindo Castillo CUANDO LAS CAMPANAS CALLAN Por Gustavo Cano Corría el día 8 de diciembre de 1874, fecha destinada a la bendición inaugural de la Iglesia Catedral de la por ent onces Villa de Huehuetenango. Con el que se saldaron siete años y ocho  meses  de arduos esfuerzos  de spués de iniciar los trabajos relativos a la  construcción de un templo dedicado a la Inmaculada Concepción, patrona (o s ea protectora) de estas tierras, bajo la insigne guía del Padre Teherán primero y del P. Castañeda después . Para decir verdad, un suntuoso templo  y más si consideramos que este era un pequeño pueblo de apenas un poco más de un centenar de casas y algo más allá de un millar de vecinos.  Para ponerlo en contexto, se podría decir que bajo el techo de sus tres naves podría albergar con relativa comodidad al total de los cristianos aquí asentados.  Poniéndolo  en términos actual