20S
Al estallar el alba del 20 de septiembre de 1821, las primeras luces que el sol irradió sobre la sala capitular del ayuntamiento de Huehuetenango, sorprendió sin duda más de algún severo rostro que trataba de ocultar la agitación del espíritu que sin duda permeaba esa mañana entre los miembros del honorable concejo municipal, de ese pueblito enclavado en las faldas de los cuchumatanes. Porque no todo era sol y montaña, había también frío y brumas. Desde anteriores jornadas el anhelo de la emancipación crecía; pero especialmente desde que llegó el correo con los pliegos de la firma de independencia del hermano pueblo de Comitán, noticia que como reguero de pólvora fue incendiando el entusiasmo hasta el último rincón de la accidentada geografía de la antigua encomienda en tierra de ahuehuetls. Pero también, los naturales miedos a la furia del imperio que ya en el pasado, acá y en otras latitudes, aplastó con virulencia, mediante sangre y fuego esos arrebatos progresistas. Sin embargo