ME GUSTA IR CON EL VERANO, MUY LEJOS

“Me gusta ir con el verano, muy lejos…pero volver donde mi madre en invierno, y ver los perros que jamás me olvidaron y los abrazos que me dan mis hermanos…” Facundo Cabral

ME GUSTA IR CON EL VERANO, MUY LEJOS.
Por Sergio Cano.
9 de julio de 2011. Un mensaje al celular, dos llamadas perdidas. La tercera llamada la recibo en el teléfono de línea de la casa. Es mi hermano, me pregunta como estoy, que tal amanecí. Llamadas tempraneras, se por experiencia, nunca han sido portadoras de buenas noticias.
“Mataron a Facundo Cabral, hermano, ¡aquí en Guatemala!”, busco un lugar para sentarme, tengo la mente en blanco. Me cuesta digerir la noticia. Tenía la intención de ir al concierto en Xela el jueves pasado, se lo comenté a mi esposa, sin embargo ese día tuve que hacer otro viaje, que impidió llevar a cabo mi deseo.
Siento un nudo en la garganta, mi vista se nubla, tengo ganas de llorar, la tristeza poco a poco encuentra su camino, hasta adueñarse de mi alma.
Facundo era un hombre de paz. Amigo de la Madre Teresa de Calcuta, sus conciertos más que un cúmulo de canciones, eran una prédica acerca del amor, de la esperanza, de cómo, en medio del caos que nos rodea, lo más seguro y humano era la solidaridad, el respeto por el “otro”, la concordia, el diálogo.
He escuchado su voz reproducida en la radio, en cassettes, en LP´s, una única vez, en concierto, en el Teatro Roma de Quetzaltenango. Cada vez que lo escuchaba, aprendía algo nuevo, prendía en mí, una vez más, la chispa de la esperanza, el no darme por vencido aun estando vencido, estar seguro que “ cada día que amanece es una buena noticia, cada beso es una buena noticia, cada pareja que se casa es una buena noticia, cada niño que nace es una buena noticia”. Facundo con su ejemplo, nos exhortaba a construir un mundo más humano, alejado del ruido estridente de la globalización, el neoliberalismo y su hijo predilecto: el consumo como imperativo de vida.
Era un placer escucharlo, como cuando nos revelaba que “No estás deprimido, estás distraído”, quería enseñarnos a ver la vida con ojos diferentes, en sus conciertos nos recordaba en su momento que le gustaba regresar a la India porque “seguramente encontrarás la felicidad, pues es el hogar de la Madre Teresa, quien nos ha enseñado que la forma de dar es dar hasta que nos duela…me gusta regresar a Guatemala donde los mayas esperan…los antiguos mayas creían que el hombre vino hasta este mundo a resolver misterios no a crear caos”.
Es maravilloso como este hombre que a los 17 años era un alcohólico patológico, según sus propias palabras, analfabeta, recluido en un correccional para menores, encontró el camino que lo condujo a ser declarado por la ONU “ Embajador de Buena Voluntad”. Según él, lo que lo salvó de una muerte segura en los barrios bajos de Buenos Aires fue el amor completo, incondicional de Sara, su madre. Decía Cabral con mucha sorna, que lo mejor que le pudo pasar fue parar en la cárcel, pues ahí aprendió a tocar la guitarra y también aprendió a leer, su libro de primeras letras fue La Biblia, que era el “único libro en toda la cárcel”. Al salir de ahí con 23 años, armado con su guitarra, empezó a cantar en las calles, lo escuchó el dueño de un bar y lo contrató. Pronto apareció una reseña en un diario argentino, maravillándose del éxito que tenía aquel cantor en un lupanar de Buenos Aires, cantando versos del Eclesiastés.
“Fue un ataque directo, en el carro en el que iba, contaron como 30 disparos, todos dirigidos al lugar del copiloto, fijate vos” la voz de mi hermano me saca de mis cavilaciones. Siento una lágrima detenida en mi conciencia. Nos despedimos, dándonos mutuamente palabras de aliento. Me parece que todo esto ya le he vivido, una especie de dejà vù perverso, horroroso, un salto al vacío más oscuro, al pasado más atroz.
Facundo Cabral salió al exilio de la Argentina, perseguido por las satrapías de aquel entonces, no encontrando refugio seguro en ningún lado. Se volvió un ciudadano del mundo. Fue acusado insistentemente de “revolucionario”, “comunista”, hasta de “anarquista”. Escucho nuevamente sus canciones, sus mensajes y me pregunto ¿hablar de amor en este mundo es ser revolucionario?, ¿enseñar a pensar, analizar y cuestionar las verdades que se nos implantan es ser comunista?, ¿decir frente a multitudes que el mejor sistema de vida es aquel en que el ser humano, cualquier ser humano, es y debe ser la razón principal de cualquier sistema de gobierno, es ser anarquista?.
Las balas fueron disparadas contra un hombre de paz, que hablaba de amor, de la alegría, de cómo entendía el compromiso de ser cristiano, un hombre que nunca portó un arma, que nunca apoyó a grupo militar alguno, sus armas eran su voz y su guitarra, sus balas sus historias y sus pensamientos. Esas balas asesinas que fueron disparadas en la década de los 80´s en la Argentina, lo alcanzaron aquí en Guatemala el 9 de julio de 2011. Los enemigos de la paz, de la justicia, de la solidaridad, los chacales que por décadas nos han dañado, hoy celebran.
Pero ahí queda su testimonio grabado, sus canciones, sus conciertos, su vida plasma en un CD, a quienes seguimos aquí, debemos hacer que sus semillas fructifiquen, y sigan, y no se detengan…plagiemos sus ideas, hagámoslas nuestras, luchemos contras las injusticias, contra la maldad y el odio, contra el miedo, pero principalmente contra la ignorancia “mi tío el militar, hombre muy valiente, me dijo alguna vez que a los únicos a los que temía era a los ignorantes, al preguntarle por qué, me contestó: porque son muchos…” Buen viaje, amigo, que el Señor de la Eterna Sonrisa te acoja en su Seno, que te llene de luz, de amor y claro, de alegría…que así sea
Me dirigí a mi trabajo con una indignación enorme, iba cabizbajo con las manos dentro de las bolsas, me sorprendí al darme cuenta que tarareaba: “Bombero, bombero, yo quiero ser bombero…!

Huehuetenango, 9 de julio de 2011

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