COMUNIDADES CRISTIANAS

“…se celebra una reunión de todos los que viven en las ciudades o en los campos, y se leen los recuerdos de los Apóstoles…”  San Justino Mártir Año 155.

COMUNIDADES CRISTIANAS

Por Gustavo Cano

En el mes patrio, el consejo parroquial visitó con diligente entusiasmo las diferentes comunidades que conforman esta parroquia dedicada a la Inmaculada Concepción; haciendo propias las conclusiones de la evaluación parroquial del plan diocesano que dictaminó que los fieles laicos que participan y animan estos pequeños grupos cristianos, aprecian de gran manera la visita de los diferentes órganos directivos en que estamos organizados y respondiendo también de alguna manera a la invitación que nuestros obispos hacen a “una misión evangelizadora que convoque las fuerzas vivas de este inmenso rebaño”… “afán y anuncio misionero que tiene que pasar de persona a persona, de casa en casa, de comunidad a comunidad”. (Aparecida 550)

Con el objetivo claro de motivar desde el testimonio a responder con alegría al llamado de Jesús para evangelizar y  promover la cultura del encuentro, particularmente con aquellos hermanos y hermanas que viviendo en la periferia no acuden frecuentemente a la parroquia, tal y como lo ha requerido su Santidad el Papa Francisco de manera constante en lo que va de su pontificado.

Encontramos que cada comunidad tiene sus particularidades, sus propias características, gozos y penas; sin embargo tienen como característica común el que en comunidad se pueden hacer de las debilidades individuales fortalezas comunitarias, porque en medio de sus limitaciones surge la gracia de Jesús que les ilumina, convoca e inspira.

Uno de los frutos que más hemos encontrado y más valoramos, por la gran incidencia que puede tener en la composición social de nuestra parroquia, es el fomento del dialogo, del ejercicio de buscar consensos y acuerdos entre los distintos miembros de la comunidad, para llevar a cabo todo tipo de actividades religiosas y sociales, con un espíritu de fraternidad y búsqueda constante del bien común dejando en segundo plano los intereses particulares. En un genuino interés por salir del aislamiento del “yo” e integrarse en un grupo vital que no le masifica ni anula su personalidad. Por lo que la organización, que se ha ido extendiendo con nuevas comunidades, no es un capricho, ni una moda, sino una vuelta a las raíces; que no significa una receta mágica para solucionar todos los problemas pastorales y/o sociales, pero que permite una animación en la fe más eficaz.

Desde este espacio queremos agradecer a los y las comunitarias por habernos recibido con tanta alegría y hayan llenado nuestro corazón de gozo, tenemos grandes retos por delante: la nueva evangelización (nueva en ardor, nueva en métodos y nueva en expresión) y el estado permanente de misión (por mencionar apenas dos aspectos); pero es evidente que hemos ido avanzado a paso lento, pero también es cierto que a paso seguro, evidenciando que este es el camino.


Confiamos sus tareas pastorales, familiares, laborales  y comunitarias a la maternal intercesión de la proclamada “dichosa tú que has creido” Cf. Lc. 1,45. 

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