CANDIDATO ALCALDE


To be or not to be? This is the question. W. Shakespeare

¿CANDIDATO A ALCALDE?

Por Gustavo Cano

Un grupo de conciudadanos me propuso hace unos días encabezar un esfuerzo para conducir los destinos de nuestro municipio. Esto significa hacer política! Para nuestros parámetros, decirte “político” casi es un insulto. Pues esta palabra significa en el imaginario colectivo; no la más alta forma de caridad, como la califica el Papa Francisco, sino; un profundo y pestilente pantano por el que hay que transitar; sin que importe nada enfangarse o enfangar a cualesquiera persona, animal o cosa; para que los intereses individuales del “animal político” (como lo calificaba Aristóteles); muchas veces mezquinos y reñidos con la ética más elemental; sean alcanzados.

Imagen que no es obra de la casualidad, sino más bien una ganada a pulso. Pues nuestra fauna política, (para honrar al buen estagirita citado) ha hecho mucho en este suelo bendito: casas, cuentas y muchos puntos… pero para irse al bote! Sin embargo nuestro estado de derecho es más bien para la clase gobernante simple papel higiénico. Y aunque suena cómico, es trágico.

Es trágico porque cuando califico a mis interlocutores como “conciudadanos”, miento! Y miento, porque la condición de ciudadanía se otorga al ciudadano por pertenecer a una sociedad organizada, organización que nosotros llamamos y/o conocemos como democracia. Pero un municipio (como el nuestro) donde no hay participación, no hay democracia y entonces el principio fundamental de pertenencia que hace ciudadanos se pierde o en el mejor de los casos se ve vulnerada.

Me atrevo a aseverar que en nuestro municipio no hay participación de los ciudadanos en la toma de decisiones, porque su única expresión es la electoral, que está llena de vacios y carencias; pero la organización ciudadana (por poner un ejemplo) a través de los consejos de desarrollo (que además de ser parte de nuestros derechos republicanos, es su expresión civil más genuina) en sus diferentes niveles han sido totalmente desarticulados o desnaturalizados y se han transformado en simples vehículos clientelares totalmente politizados, los cuales están lejos de ser espacios de participación ciudadana. (Cf. Por el respeto a la vida, Decanato Centro)  

Y la cuestión electoral, plagada de vicios y de inmoralidad, resulta poco atractiva al común de los vecinos. Para los interesados (los políticos) conviene que este juego siga así: campañas sin propuestas, llena de descalificaciones, mentiras, injurias y hasta calumnias, “regalo” de víveres y cualesquier otro producto con el que pretenden comprar voluntades; o a través de empleos ocasionales que van coaccionados bajo la premisa “tenés que ser de los nuestros”; sin debate de ideas y de espaldas a las grandes necesidades de las mayorías empobrecidas, con hambre y sin esperanza; lo que les facilita las cosas, pues aleja a los que tienen ética y memoria histórica, el sentido del bien común, los conocimientos mínimos necesarios y una amplia conciencia social; cediendo el espacio a los menos capacitados y más dotados de recursos de dudosa procedencia, para una campaña millonaria que no aportará más que contaminación y un par de noches de panzas llenas.

Este panorama nada halagüeño, sin embargo, se ve reñido por la interpretación que el signo de los tiempos impone. Si vamos montados en una carreta en evidente ruta de colisión ¿esperamos el cataplum final? O ¡Vive Dios! ¿es tiempo de darle un buen tirón a los bueyes?

Yo apuesto por lo segundo, sin embargo no muchas veces nos damos cuenta que el rechinar de dientes está adosado a nuestra ceguera, indiferencia o simplemente a que somos tan bestias como los bueyes.

Agradezco a los conciudadanos que me han hecho semejante propuesta, pero una golondrina (ni diez ni veinte) hacen verano. Sin embargo, pueden ir calentando el ambiente.

A quedado claro que la condición de ciudadanos está basada en el sentido de pertenencia. Entonces los propietarios debemos de sacar a los salteadores. Urgente es pues identificar a los que nos sentimos citados (palabra que tiene una raíz común con ciudadano) para aportar en aras del bien común y devolverle el brillo con que heredamos este ciudad y se lo hemos dejado opacar por acción u omisión.

“Usted que quiere ser Alcalde, solo le está facilitando las cosas a los malos”, me dijo uno de tantos, a lo que aclaré, yo no quiero nada, pero la gente nos está urgiendo a tomar el compromiso histórico de acompañar una revolución moral, que tenga una tolerancia cero a la corrupción y las malas prácticas de gobierno (nepotismo, clientelismo, tráfico de influencias y un largo etc.) y devuelva la soberanía a quien la tiene, o sea el pueblo; para que los fines generales y propios del municipio se vayan logrando: la protección de la vida, el ejercicio pleno de la ciudadanía, promover el desarrollo económico, conservar el medio ambiente, fortalecer el patrimonio cultural y natural, promover la participación efectiva, voluntaria y organizada de todos y todas las huehuetecas que amamos esta tierra, por la simple y llana razón de ser tierra nuestra.

Si hay otros quijotes y dulcineas (o sea locos y señoras muy guapas y muy cuerdas) que quieran unirse a esta cruzada por el rescate de nuestro Huehuetenango, ofrendando su tiempo y que se yo cuantas cosas, favor de enviar un correo con sus ideas e inquietudes a gcano74@gmail.com para que decidamos democráticamente en una asamblea de vecinos, que proyecto vale la pena impulsar para el bien común.

¡Felices elecciones!

PD. Si le parece conveniente, comparta este mensaje, para que más huehuetecas y huehuetecos estemos enterados.


La Placita, Zona 1, Huehuetenango, 30 de enero de 2015.


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