QUÉ CIUDAD QUEREMOS
“Cuando yo muera,
Huehuetenango estará escrito en mi
corazón” Parafraseando a
James Joyce.
¿QUÉ CIUDAD TENEMOS?
¿QUÉ CIUDAD QUEREMOS?
¿QUÉ CIUDAD QUEREMOS?
Por Gustavo Cano
U
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nos amigos, recién llegados de
las Californias después de un largo exilio, me buscaron para que les pudiera
mostrar la ciudad, el Huehuetenango eterno, como me gusta llamarle. Acudí
gustoso a tan peculiar empresa, en primer lugar por la cercana amistad que he
tenido con sus familias y con ellos a largo de los años y que la distancia y el
tiempo no han hecho más que mejorarla; y en segundo lugar porque soy un
apasionado del terruño y nada más feliz que poder hablar de nuestras pasiones.
Recorrimos Xinabajul de palmo a
palmo: visitamos los viejos barrios y los campos en donde antaño jugábamos a
cielo abierto o entre los árboles, hoy transformados en colonias adornadas por
lujosas casas, muchas de trabajadores en el norte; los llevé al mercado central
para que recordáramos aquellas opíparas comidas con cuchitos, enchiladas y atol
de elote o bebida en jícara, pero se conformaron con el olor porque les
advirtieron de la e. coli! visitamos a familias de viejos colegas compañeros de
estudio allá en la Escuela No. 1 la Salvador Osorio, la de los gatos; pero
algunos se han mudado con destino desconocido y otros muchos no les recuerdan y
les reciben (y a mí por ser el guía) con desconfianza. Les muestro lo mucho que
seguramente ha cambiado la ciudad en todos estos años: tenemos un pujante
comercio, un parque muy atractivo, unas construcciones muy emblemáticas y
hablando de Zaculeu pues varias veces centenarias. Unas pequeñas islas verdes
como en la rivera del Selegua y muchas calles pavimentadas.
Cansados ya en la noche les
devuelvo al seno de su hogar y les pregunto: Y bien ¿Qué les pareció? ¿verdad
que está bonito Huehuetenango? (¡Vaya que no dije re-bonito!)
Pues fijate vos, dijo el más cuero,
Huehue en efecto está bonito; pero como hiede, sin mencionar el desorden
descomunal en el que hay que moverse, los conductores son todos agresivos al
volante y la basura campea por doquier; de los bosques que antes perfumaban el
ambiente apenas quedan los recuerdos y no hay parques donde la comunidad puede
distraerse y/o encontrarse; el poco espacio público está tomado y contaminado
por una bulla de la gran diabla. La gente sigue siendo amable, pero la desconfianza
ha ganado mucho terreno; te recordás antes dejábamos las puertas sin llave,
ahora la puerta negra y sus tres candados es un chiste. Aunque sabés, creo que
un poco de la hedentina es propia, pues llevo dos días sin bañarme y no es por
pereza, sino que el chorro en lugar de agua da cólera. Pero sí está bonito.
Pensé: ésta definitivamente no es la ciudad que queremos.
Empieza el cambio.
Huehuetenango, en la canícula
extendida 2015.
me identifico con algunos de esos problemas, ahora, ¿cuál es la propuesta de solución a los mismos?...
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