Esporas
Esporas.
Entre detritos
y la hojarasca del aguacatal
arrasada apenas ayer por el viento,
la noche pasada fue por agua...
Esa esquina yermada, estéril, marginal:
desdeñada,
valorada solo para ser pisada
con holgura por las bestias
y los que de ellas se ocupan...
Pero, bum!
un rayito de sol se coló por la hendidura
de la herrumbrosa puerta decimonónica
y reveló a mis ojos la extraordinaria
belleza de lo simple.
Poliédrica, misteriosa, sobrecogedora,
con ese algo del que se hacen los mitos:
porque como negar que vienes del inframundo,
a sabiendas que tu vocación son los celestes cielos...
¿Qué hace señorita, usted tan frágil,
acá perdida, aciaga en este infeliz rincón?
¡Solo esperar!
¿Y que espera?
¡El viento del este!
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