Maestro

 Educar no es llenar un cubo, sino encender un fuego.” W.B. Yeats

MAESTRO MAESTRA

Por Gustavo Cano

El maestro que más influyó en mi vida, sin duda alguna, fue el profesor Margarito Tomás, de feliz memoria, y como dijo Adams es un maestro que dejó una huella que dura por la eternidad. 

Corría enero de 1984, cuando entramos con mis hermanos gatos (mi alma mater es la escuela Salvador Osorio) por vez primera a ese salón de clases. El referido maestro tenía fama de ser poco indulgente con la indisciplina y rayar medianamente en la locura. 

Cuando se pensó en cambiarme de sección en la casa y mi madre le dió esos antecedentes a mi señor padre, particularmente el de la locura, sin pestañear dijo: debe ser buen maestro, ahí que se quede. 

El salón estaba limpio, en efecto, pero no tenía mucha decoración que digamos. Un cartel del horario, otro de tareas, el pizarrón verde, un caite disciplinario (que será objeto de otra reflexión) y los escritorios… Pero en la pared lateral a la cátedra, unos cuadritos con fotos y citas memorables de personajes insignes. 

La que más me caló (y sigue calando casi 40… minutos después) era una del Benemérito de las Américas: Benito Juárez. 

Pero una chiquita con la foto de un gringo desgarbado (que mucho después supe que era un nacionalista irlandés) rezaba así: “Educar no es llenar un cubo, sino encender un fuego” de un tal Yeats.

Con el tiempo (estuvimos 4to, 5to y 6to con él) me hizo aprender algún poema de este señor, con traducciones muy sonoras, pero que me parecieron siempre muy oscuras. Y la cita parecía que no tenían nada que ver con el poemario de este ínclito nobel.

Hace unos días cuando el honorable concejal Chaly me indicó sobre el acto solemne para la imposición de la orden que lleva el nombre de las apreciadas maestras del Huehuetenango de ayer: Laura Nufio Vda de Andrino y Zoila Escobar Vda de Altuve; en automático recordé la frase célebre del tal ¡Yeats!

 Y me puse a investigar un poco, por que aunque la frase me parece extraordinaria; en el sentido que educar no es solo dar conocimientos, sino enseñar a pensar; no me sonaba a Yeats.

Y en efecto descubrí que aunque la frase es múltiples veces citada y atribuida al premio Nobel de literatura de 1923, no hay prueba fehaciente que confirme que haya sido dicha o escrita por él. Simplemente alguien se la atribuyo (como con los apócrifos) y así nos va llegando hasta nuestros días.

Ese ímpetu por no dar por sentadas las cosas, por descreer un poco o mucho en lo que dice el más encumbrado, el cuestionar al que pontifica desde la cátedra, lo aprendí precisamente en la cátedra de mi maestro tal vez no el más ilustre, ni el más titulado, pero sin lugar a dudas el más sabio, el más maestro, ese que supo encender en mí un fuego.

Ya no está, ya no está entre nosotros y no puedo ir corriendo a su cátedra y decirle que descifré finalmente el enigma de los cuadritos, que finalmente ¡lo comprendo todo! Pero lo que si puedo en este día del maestro, es decirle a ustedes los laureados, a los por laurear y a los que pasarán a la eternidad en la mente, en el espíritu y en las obras de sus alumnos que la gratitud que les tenemos es tan alta como la luna. 

Maestro hay mil llamas por ahí corriendo que más temprano que tarde abrazaran el cambio tan anhelado, el camino de la vida, del progreso y de la paz.

Porque maestro maestra, como dijo William Artur Ward: la enseñanza más que conocimiento es inspirar el cambio.

¡Felicidades!

Huehuetenango, día del maestro de 2021.