CABAÑUELAS

Por Gustavo Cano
Según una añeja creencia popular, el mes de enero pronostica de manera acertada el comportamiento del clima para el resto del año. Así cada día significaría la proyección de toda una parte de los once meses subsiguientes. Extrapolando esta vox populi a todas las expresiones de la vida, podríamos bien hacer un pronóstico mucho más realista que viendo las estrellas, la alineación de los planetas, un mazo de cartas o la shinga del café en el fondo de la taza. Y sería mucho más confiable, porque sería una cábala basada en nuestras responsabilidades adquiridas u omitidas. Es bien sabido, que no podemos esperar resultados distintos si siempre hacemos o dejamos de hacer las mismas acciones.
Según el filósofo francés Pascal Bruckner, nuestra sociedad padece de una falta de responsabilidad. Diagnosticó que muchas personas se sienten bebés gigantes que crecen teniendo exigencias hacia los demás pero nunca están dispuestas a asumir su responsabilidad ante si mismas y ante el prójimo. Esperando siempre recibir “algo” del estado, la iglesia, el grupo o la gente en general, sin dar nada a nadie, y mucho menos si esta acción no va adosada a una paga generosa o sinecura.
Centrándonos en esta perspectiva, nuestra cabañuela a nivel macro no ha pintado cosas diferentes, como para esperar que este año se inaugure una era distinta en la historia de Huehuetenango, y eso se debe en que no hemos encontrado la ruta para asumir con alegría, ilusión y responsabilidad nuestra compromiso histórico para con nuestro terruño, que más que un accidente geográfico, es un pueblo, es una familia, es una persona, es usted… ¡soy yo!
Responsabilidad, según el benedictino Anselm Grun, significa aceptar mi historia, mis debilidades y fortalezas, mis heridas, mis experiencias de protección y abandono y hacerla nueva todos los días. Es hacer valer nuestros talentos, es poner la vela en el candelabro porque ¿acaso se enciende para ponerla bajo la cama? Cf. Mc. 4-21
Sin embargo viendo nuestra cabañuela a nivel micro, siempre hay motivos para tener esperanza. Este mes, con el que inauguramos el año, ha estado marcado por sucesos cotidianos, que llenan de alegría el corazón, como por ejemplo el hecho de que muchas niñas y niños regresen o vayan por vez primera a la escuela en sus diferentes ciclos: pre-primaria, primaria, básico, diversificado, universitario o de post-grado, pues todos estos niveles están acá presentes. Eso significa la inversión de las familias en la educación, que más temprano que tarde, empezará a dar como fruto la disminución de la desigualdad en la distribución de los ingresos, tal y como la afirma la investigación “Tasas de Rentabilidad de la Educación en Guatemala”.
También se ha caracterizado este mes por la puesta a línea de salida de las diferentes campañas pre-electorales para los distintos puestos de elección, lo que nos dará nuevamente la oportunidad de elegir a las personas que guiarán los destinos de nuestra vida política para el próximo cuatrienio.
Y también ha sido marcado por una innumerable cantidad de metas personales que muchas y muchos nos hemos impuesto para este año. Metas que por ejemplo han significado el desarraigo de amigos y amigas que marcaron nuestras vidas y que hoy se van a tierras lejanas en pos de un sueño, el sueño de darse por completo a la vida del hombre y de la mujer, a ejemplo del maestro. Esta separación ha generado despedidas, lágrimas y el comprender a cabalidad las palabras de George Eliot: “Solo en la agonía de despedirnos, somos capaces de comprender la profundidad de nuestro amor.”
Quiero entonces, arriesgarme a hacer mi cabañuela, nos espera un año de muchos esfuerzos, que será marcado por el indetenible progreso para todas y todos los ciudadanos que amamos esta tierra por el simple hecho de ser tierra nuestra.
¡Feliz año 2011¡
http://gcano-reflexiones.blogspot.com/

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