VENEZUELA
“Gente pobre con
uniforme, golpeando gente pobre con hambre, para beneficiar a gente rica sin
uniforme ni hambre”. Pancarta
en protestas estudiantiles en Venezuela.
Venezuela
Por Gustavo Cano*
Veo por la televisión un
maremágnum de personas vestidas en su mayoría de blanco, abarrotando una
inmensa avenida y en simultáneo otra menos numerosa, pero igual, una multitud, mayoritariamente
mujeres, vestidas de rojo. Continúa la jornada noticiosa con las imágenes de antimotines
vapuleando a unos muchachos, mientras encapuchados les lanzan piedras, a lo que
las fuerzas de seguridad responden con una lluvia de gases lacrimógenos; surgen
de la nada un grupo de paisanos que disparan; dice el presentador que
perdigones; a los inconformes. De colofón el noticiero organizó un debate entre
jóvenes estudiantes opositores y sus antagónicos progubernamentales. Ejercicio
que me abrió los ojos para entender esta locura colectiva, que fue premiada por
el gobierno, con la expulsión de los periodistas organizadores. Son imágenes que vienen de Venezuela.
En esencia, me parece a mí, que
la gente que protesta, lo hace por el constante deterioro de las condiciones en la que están viviendo: una
galopante inseguridad ciudadana, que por ejemplo, ha llevado la tasa de muertes
violentas a un escalofriante dato de 79 por cada cien mil habitantes, aguda
escases de productos básicos, privación de derechos fundamentales: como el de
la información, la emisión del pensamiento, el ejercicio de derechos políticos.
Los otros, por su parte, defienden un gobierno que les ha brindado
oportunidades de desarrollo que nunca antes habían tenido: educación; por
ejemplo Venezuela ha alcanzado el segundo lugar a nivel latinoamericano y
quinto mundial en matriculación universitaria según datos de la Unesco; salud, visibilidad,
importancia. Los primeros temen que este gobierno, al que ven antidemocrático,
se haga más fuerte y no abandone nunca el poder y privilegios que ahora ostentan.
Los segundos, piensan que si estos se van, las conquistas sociales alcanzadas,
simplemente se esfumarán.
Ahora bien ¿De qué lado está la
verdad?
Seguramente, ambos bandos tienen
mucho de verdad. Son lados de una misma moneda, que lejos de negarse, se
complementan. Sin embargo, ambos bandos se han demonizado mutuamente y han excluido
de sus mentes la posibilidad de reconocer que existen esos otros senderos, también
viables y no solo eso, sino que no deberían inviabilizar el mío y viceversa, de
lo cual el estado debería ser el garante. Acá; en la ideologización, la
radicalización, la cerrazón de mentes, tienen mucho que ver los líderes de
estas pugnas, particularmente los que gobiernan, que juegan estos juegos
retóricos mediante los cuales van sembrando odios, divisiones, miedos que
imposibilitan el dialogo, la postura razonable y por ende la paz; con el único
objetivo, este sí diabólico, de mantenerse a cualquier precio en el ejercicio
del poder. El que siembra vientos invariablemente cosechará tormentas. Y lo más
funesto de esto, es que esas tormentas, se construyen para que los poderosos
los sigan siendo, mientras los gobernados, simplemente pongan los muertos.
Muertos que al momento de escribir estas líneas suman oficialmente ya trece.
¿Cuántos muertos más serán
necesarios para que la cordura llegue a Venezuela?
“Felices los que trabajan por la
paz, porque se llamaran hijos de Dios” Mt. 5,9
*Presidente Consejo
Parroquial.
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