GRADUACION

“Que logremos transmitir a nuestros hijos esta gracia de ser sencillamente hombres y mujeres “todo terreno”, ciudadanos del mundo”   Jaime Borrás

GRADUACION
Por Gustavo Cano*

S
ofi se llama la amiga con la que me topé en la esquina del mercado. Iba lívida, aterida, asustada; producto del frío, de la fina llovizna que no cesaba y de los nervios. Presurosa se dirigía, aferrada a la mano de su madre, al ensayo de su graduación. Será togada, recibirá diploma, hará foto oficial y de familia, Misa de acción de gracias a Dios y recepción. Tiene seis añitos y concluye en estos días Párvulos.

A mí me tocó concluir el Kindergarden (así se leía y se sigue leyendo en el frontispicio del establecimiento ahora centenario) en un soleado día de principios de octubre, al menos así lo recuerdo yo, aunque revisando el informe meteorológico de esa fecha estábamos en medio de un temporal que trajo en esa semana unos 100 lt/m2 de agua, que fue la despedida de la temporada de lluvias de aquel ya lejano 1980.

Seguramente para mí fue un día muy luminoso. Me acompañaba mi abuela materna, me entregaron (para ser exacto a mi abuelita): una bolsa de cartulina cosida en las orillas con lana de colores en un alegre zigzag, hecho a mano; a modo de carátula: un dibujo bellamente garabateado, coloreado a rayas de crayón de cera y con letras grandes mi nombre y mi número de “clave” evidentemente hecho por mí. El interior estaba lleno de los trabajos de todo el año. Dibujos, planas, costuras, manualidades, por supuesto el libro Rayito de Sol, algo de arena de la piscina de arena, sudor y muchas lágrimas. Esa era mi materia preferida, chillar. Sentía que la felicidad se esfumaba, al nada más llegar a la escuela. Por mí hubiera sido, esta semana (la última) bien pudo haber sido la primera.  Sin embargo, mi abuela, una mujer muy sabia y la encargada de mi educación parvularia, no lo permitió. Este fue mi acto de graduación, coronado con las palabras de la maestra: “Doña María este patojo está listo para entrar a la primaria, seguro va a chillar pero ya no tanto, le irá bien”.

Creo que la relevancia que se le quiere dar ahora a este ciclo, está muy en concordancia con lo que han concluido los diferentes estudios sobre esta etapa, que son unánimes al afirmar que cursar el nivel preprimario tiene un fuerte impacto sobre la inteligencia, personalidad y comportamiento de las personas, no solo en las etapas por venir de su proceso de aprendizaje, sino en su vida en general.

Por ejemplo, un estudio estadístico a gran escala (más de 20,000 casos revisados) hecho en Chile hace unos años concluyó que los infantes que asisten a la preprimaria; tiene luego, en el nivel básico, un mejor resultado tanto en Idioma Español como en Matemáticas, una menor probabilidad de repetir años y mejor expectativa en el hogar de formarse universitariamente, que los que no asistieron. (Impacto de la Educación Parvularia en la Educación Básica. Reveco y Mella. Chile. 1997)

Es alarmante entonces, que para el año 2009, la Tasa Neta de Escolarización en el nivel Preprimario para el municipio de Huehuetenango, apenas haya llegado al 47.9%; o sea que, solo 48 de cada 100 niñas y niños en edades de entre 5 y 6 años cursan el Parvulitos; y en el 2013 la tasa bajó aún más, para situarse en un 45.5%!

La Sofí, va temblando pero le irá bien. Es una de los 45 entre 100 que este año se graduará de la preprimaria. ¿Qué futuro tendrán los otros 55?

Garanticemos un porvenir feliz a nuestros niños.                                                                                         
*Presidente Consejo Parroquial
@Gustavo_Cano

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