#RenunciaYa
“Ayude, Vuestra
Merced, al Señor Presidente puede nos aperdonar por el cuento de tributos. No
hay maíz en el pueblo.”
Petición del pueblo de Santa Eulalia alrededor de
1810.
#RenunciaYa
Por Gustavo Cano
–Marinita ¿está linda la flor? –Si mi rey ¿qué va a llevar
hoy? La tal Marinita es una jovencita que vende flores en el mercado. Es ella
una bella flor, de ojos avispados muy redondos y muy negros con cejas muy
negras y pobladas, de largas trenzas de pelo negro azulado muy brillante, que
le da un marco singular a su carita redonda de piel lozana como delicado pétalo
de una rosa color melón. Su güipil multicolor con glifos mayas, hace que se
mimetice entre la flora que expende para adornar un sinfín de ambientes para un
sinfín de propósitos. Dice la Marinita con una gran sonrisa en el rostro que
sin duda alguna cada vez que truena fuerte sea por los vivos o ya sea por los
muertos, hay que venir a caer como los muertos con los pistos a su colorido y
aromático puesto a por las flores, los oasis, los follajes y demás hierbas
necesarias para estos menesteres. Es muy lista y aunque su instrucción formal
seguro no llegó más allá del sexto año de primaria, ha sido forjada en la
universidad de la calle. Somos amigos y cotidianamente nos obsequiamos alguna
sonrisa.
-Le cuento- me dijo una mañana con una dosis de entusiasmo
un par de centímetros arriba con la que habitualmente enfrenta el día. –que agarramos
con mi mamá el local que dejaron desocupado los zapateros! –Qué alegre
Marinita, así dejan de sufrir las inclemencias del tiempo acá en la calle ¿Y
cuando abren? –¡Pues mañana! –Órale que rápiditas son ustedes, las felicito,
pero espero que hayan hecho bien sus cuentas para que no se vayan a quedar en
la parada. Y con el lugar este acá en la calle ¿qué harán? –Ya se lo
recomendamos a una mi prima, por si se atrancan las carretas. –Primero Dios
todo sale bien Mari y para celebrarlo pues mañana paso por mis jazmines, porque
ahora ¡estará más linda la flor!
Al cabo de un par de meses, un tiranillo de esos que sienten
que el gafete de la SAT hace las veces de banda presidencial, se presentó donde
las flores de la Marinita. –Haber vos, mostrame tu patente de comercio. –Disculpe
señor, no sé de qué me habla. –Mirá patoja - contestó con toda la prepotencia
del mundo el susodicho espécimen -yo soy
un inspector de la Superintendencia de Administración Tributaria, como consta
en este Requerimiento, que indica que estoy nombrado para solicitar éste y
otros documentos. ¿Me entendés ahora? –Pues la verdad no, aquí vendemos flores,
de eso si se, se sus nombres y procedencias; de todas las que aquí ve y otras
que no ve; de los follajes y las bases; le puedo hacer un arreglo que le
quedará bonito. Pero de esos papeles no se nada. –Mmm cuesta con ustedes, pero
bueno, ¿tienen facturas? O ¿quién es su contador? –Mire la verdad no tenemos
facturas y contador solo el de la luz y el agua, que el dueño de la casa fue
muy claro que eso era nuestra responsabilidad. –Mmm haber llamá a la dueña,
para que firme aquí. Al rato llegó con un puño de gente, unos encorbatados y
unos policías; igualados todos por
la actitud prepotente e indolente y les
dijeron (a la Marinita y su mamá) que sacaran lo que más urgía del local, que
el negocito lo cerraban por evasión fiscal por un mes. Las locatarias lloraron
y suplicaron a los inmisericordes, incluso los vecinos intercedieron por ellas,
pero no hubo fuerza humana que detuviera la infamia. Bajaron la persiana y pegaron
la ignominiosa calcomanía amarilla con letras rojas y negras que señalaban el
delito.
Me pregunto ¿cuánto ganó el fisco con esta artera acción?
Seguramente que con el puesto de flores (que regresó a la calle y sigue sin
facturar un centavo) pues nada. Si contamos los recursos invertidos en realizar
el cierre del negocio, pues salió perdiendo. Pero el objetivo era uno:
aterrorizar a los negociantes del medio. “Más vale que un hombre muera a que se
pierda todo el pueblo” Cf Jn 11,50. Y si revisamos la estadística nacional,
pues este terrorismo fiscal ha ido ganando la batalla de ir recogiendo más IVA
doméstico, ya que la cultura tributaria sigue por los suelos merced al
latrocinio en el que vivimos inmersos. Los terroristas, seguro seguían solo
instrucciones de sus jefes, que además de terroristas, ladrones; que tratando
de compensar sus robos en los impuestos por importaciones pues enviaban a sus
bien instruidos lacayos, de esos que son rastreros con los poderosos y abusivos
con los débiles, a fin de apretar las tuercas a los pequeños negociantes.
O sea que no es una acción aislada, sino una política de
estado, impulsada por el gobierno y que ahora dice que no sabía nada del robo;
robo que en apenas unos meses (quizás un año) sumó la estratosférica suma de 1
millardo de quetzales; cifra formada por un uno seguido de nueve ceros!
Política que puede resumirse en damnificar al débil, privilegiar al poderoso,
para enriquecerse en el proceso.
Tenemos un gobierno para que nos sirva y cuando ya no sirve
(si es que algún día sirvió) es imperativo clamar en los techos del mundo
pareja presidencial ¡Renuncia Ya!
Huehuetenango, Domingo
del Buen Pastor, 2015.
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