DEBER INGRATITUD
EL DEBER DE LA
INGRATITUD
Por Gustavo Cano
Hace unos días escuché en la radio al Comisionado
Internacional contra la Impunidad en Guatemala Dr. Iván Velásquez y hablaba de
la obligación que tienen los Jueces y Magistrados de olvidar quien les ha
llevado a tan alto cargo e impartir justicia desde el derecho; o sea olvidar la
gratitud que en cierta manera le deben a sus electores. Porque muchas veces (o siempre,
en nuestro alicaído sistema) los que los han llevado a estos puestos,
buscan que el favor les pueda ser devuelto, generando así bolsones de
impunidad.
Sin embargo esta necesidad (el de la ingratitud) quiero
generalizarla hoy a todos los votantes. Déjeme explicarlo. En el recorrido que
durante estos meses hemos realizado por la variopinta geografía huehueteca; no
solo la fisiográfica sino la social; hemos encontrado que muchas y muchos
ciudadanos, en todos los estratos, expresan abiertamente que se sienten
comprometidos con exis, ye o zeta político (o partido político) porque a lo
largo de este tiempo (que pueden ser unos días, unos meses o unos años) han
sido objeto de una variada cantidad de favores: la dotación de una ración de
comida, de materiales de construcción, la instalación de una lámpara, el
pavimentado de una calle, la instalación de un chorro, la autorización para
colocar una venta en la vía pública, la contratación de unos días de trabajo, la
exoneración del pago de una multa, la facilitación de un trámite administrativo
o licencia, incluso el apoyo económico para ir solventando cualquier necesidad:
un entierro, una enfermedad, un estudio, un viaje, la realización de una fiesta
comunitaria y un largo etc. Favores que por sí mismos no son malos, pero que en
conjunto no solo no resuelven, sino que agravan la problemática municipal que
todos conocemos.
Favores que quedan despojados de cualquier virtud dado que
se realizan con el fin único y exclusivo de que más temprano que tarde (en cada
proceso electoral) se paguen con creces a través de los votos.
De más está decir, que perdemos de vista que estos “favores”
que más bien son compra de voluntades, se realizan con recursos que vienen del
erario público (o sea de nuestros impuestos) como bien quedó revelado en el
informe que la CICIG hizo hace unos días, en la que destapó un secreto a voces:
los porcentajes que los contratistas pagan (que pueden llegar hasta un
escandaloso 30%) a las autoridades para ejecutar obra pública, sirven para
financiar este tipo campañas propias de unas autoridades patrimonialistas que
se desempeñan en el cargo como pequeños emperadores disponiendo de lo que es de
todos a su sabor y antojo… sabor y antojo que busca la perpetuidad de los
mismos y las mismas mañas; en el poder.
Como electores, debemos dejar los resabios de la conquista,
en donde los invasores daban espejitos a los pueblos nativos a cambio del oro;
desterrar ese agradecimiento por falsos favores y hacer una elección pensando,
no el pan de hoy, sino en el hambre del mañana que estas prácticas malsanas
producen.
Mi invitación es para que cumpla con el deber ciudadano de
la ingratitud y elija a quien considere que es la persona idónea para encaminar
el devenir de Huehuetenango, ciudad que fue fundada para ser defendida y que se
logrará (defender) con la fuerza de los votos.
San Isidro Canabaj, día en que el Congreso quitó la inmunidad a Otto Pérez, 2015.
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