MISERICORDIA
“Es más fácil que Dios
contenga la ira que la misericordia.” San
Agustín
MISERICORDIA
Por Gustavo Cano
Camino de la
casa de unos amigos, a los que visitaríamos con mi mujer ese sábado por la
noche, víspera de la segunda vuelta de las elecciones; pasamos frente a uno de
los muchos tugurios etílicos que abundan en el centro histórico de la ciudad,
famoso éste, por ser pródigo al hacer orbitar a su alrededor toda clase de
trifulcas.
Esa noche, pese a estar en su
apogeo la “ley seca”, no fue la excepción. Bueno la excepción es que esta noche
si estaba una radiopatrulla de la PNC apostada frente a la cantina de marras, en
cuya palangana llevaban ya media docena de capturados por violar flagrantemente
la prohibición a expender y/o consumir bebidas espirituosas en las horas
previas al evento electoral. Entre los enchachados logré distinguir con pena a
un amigo que lleva ya varios meses de andar en avión.
Le ví pálido, bueno más bien en un
tono verde opaco, con los ojos hundidos, la cabellera enmarañada, asustado y
con una tristeza proverbial. Le dije a mi señora: me alegro, ojalá que lo
saquen hasta el lunes para que le sirva de escarmiento y pare ya esta espiral
que lo está hundiendo en niveles inimaginables. –Pero mira, me dijo compasiva,
pobrecito se ve perdido. –Y quien no, sentencié, con ese vuelo alcohólico que
lleva ya casi un año aderezado sabe Dios con que otras substancias, perdido es
poco… perdido pero como los hijos de la llorona! En fin ya tendrá tiempo de
pensarlo en el bote luego de la camorra que le propinarán en este centro de
maleo. Y mira, de ajuste nos retrasan, no solo que vamos con el tiempo justo.
Pero en un cortísimo tiempo, que al que espera se le hace eterno, seguimos
nuestro camino, presurosos.
El domingo, día de las alegres
elecciones, tuve que hacer un par de diligencias a primera hora; en la radio
los periodistas que cubrían el sonado balotaje reportaban una escasa afluencia
de votantes en los diferentes centros, no solo en este municipio, sino que en
todo el país, tal y como estaba previsto. Pasé por una de las escuelas que
servía para este cometido y en efecto lucía desierta y ni de broma había cola
en ninguna de las mesas.
Pasé casi inmediatamente después
por la estación de policía que sirve además como prisión preventiva (creo que así
le llaman). Y en evidente contraste con el tan traído y llevado segundo round
para elegir presidente, acá si había una larga cola que llegaba hasta la
esquina opuesta.
El noventa y nueve por ciento
(estimo) eran mujeres, y aunque no vi en la cola a ningún hombre dejo el uno
por ciento libre, para cubrir el probable efecto de mi mala visión. Entre las
mujeres de la cola, reconocí perfectamente a la mamá de mi amigo. Una señora que
aunque relativamente joven, deja ver en su arrugado rostro el peso de las
penas.
No me extraña entonces que el
término hebreo “misericordia” signifique: apego que nace del seno materno, de
las entrañas. En la cola para ver a los presos, había de seguro muchas madres,
como la de mi amigo, a la que se le olvidó (olvido: el verdadero nombre del
perdón) las mil y una penas que el ingrato hijo le ha propinado a lo largo de
los días y ahí estaba… solícita.
Que este Jubileo Extraordinario
de la Misericordia convocado por el Papa Francisco y que arranca con la fiesta
mariana de La Inmaculada, podamos avanzar substancialmente como sociedad a la
meta de ser “misericordiosos como el Padre” bajo los ejes: no juzgar-no condenar y perdonar-dar.
Ojala que la misericordia nos alcance a todos, como le alcanzo al corazon de esta madre. Y ojala que ese hijo logre por la divina misericordia de Nuestro Dios salir de el infierno que es el alcoholismo.
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