Justicia Social


“La gloria de Dios es la vida del hombre” San Irineo.

Justicia Social

Por Gustavo Cano

Romeo llamemos a este hombre, tiene treinta y tanto años, fue deportado de los Estados Unidos y llegó a Guatemala sin un quinto entre la bolsa, o sea, vino más pobre de cómo se fue. La casa de sus padres, en donde vivían con su mujer, se la quitaron los coyotes como pago de la deuda que les tenía. Y su mujer dejó en la casa de su madre (su suegra) a los tres niños que tienen, ella se fue con uno de los coyotes, dicen.

La infancia de Romeo no fue fácil, sus papás le mandaron a la escuela hasta el tercer año, y de ahí pues tuvo oficios varios, pero más se dedicó a vender en el mercado. En estos ambientes de la calle, se fue relacionando con gavillas de menores con las que compartían los mismos problemas.  En algún momento se metieron en problemas porque los inquilinos los fueron identificando en pequeños hurtos, riñas callejeras y escándalos de diferentes calañas. Un día de tantos un grupo de individuos le advirtieron: si te vemos de nuevo por acá, estás muerto. La paliza incluida le hizo entender que no bromeaban.

Así que se fue a vender a las calles, pronto descubrió el alcohol y se enredó fácilmente en sus redes. Conoció en alguna borrachera a la que sería su mujer, alquilaron un cuartito por la terminal y pronto eran ya cinco en el cuartito.

En una riña de cantina, hirió a un compañero, la policía le capturó y pasó más tiempo del que debía en la cárcel. En su estadía su madre pasó a mejor vida y le dejó su casita en una de las aldeas del municipio. Pero su puesto en la calle había sido ya ocupado.

Buscó trabajo, pero con antecedentes y sin estudios, la tarea era imposible, por lo que dispuso partir para el norte. Un par de años luego estaba ya de vuelta.

Ya en su tierra, buscó de nuevo trabajo pero un su amigo con los que vendía en la terminal en sus años de infancia y que ahora tenía un su local en este mercado le dijo: mirá mano con tus antecedentes, sin estudios y a tu edad es un sueño imposible.

Se asoció con otro amigo de esos de la infancia, pero este se dedicaba a robar en las casas, es algo arriesgado, le dijo, pero si la sabemos hacer queda un billete. A la primer casa que entraron, para desvalijarla, la policía lo agarró con un televisor entre las manos. Está ahora, otra vez en el bote.

Este 20 de febrero se celebrará a nivel mundial el día de la Justicia Social, ese principio fundamental que garantiza la convivencia pacífica dentro y entre las naciones. Es entonces un buen momento para que como sociedad y a nivel individual, tomemos las acciones necesarias para que esta exclusión inhumana a la que sometemos a nuestros congéneres se vaya acabando para bien de ellos y para bien de todos.


Juntos acabemos con estas injusticias sociales, esta vez le tocó a Romeo ¿Porqué no a mí?

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