JUSTICIA PARA LA MUJER
Una de las mayores
fuerzas que mueven al mundo en nuestra época es la revolución de la igualdad.”
Barbara Ward.
JUSTICIA PARA LA MUJER
Por Gustavo Cano.
En las estadísticas del Ministerio Público se contabilizaron
en el 2015 más de 58 mil denuncias de violencia contra la mujer, de las cuales
270 fueron feminicidios. Impunidad que
para estos casos alcanzó según informe de la CICIG un 82% y para los feminicidios
en concreto la cifra de la vergüenza alcanza un escandaloso 98%.
Reviso estas cifras en el día internacional de la mujer,
mientras escucho por la radio la transmisión en vivo de la audiencia de
anticipo de prueba de la declaración del colaborador eficaz Estuardo González,
testigo clave en el proceso judicial que se les sigue a los ex gobernantes Pérez-Baldetti
y demás asociados para delinquir. Accidentado proceso que por momentos parece
salirse del control del juez contralor de esta causa, ante la pléyade de
juristas defensores empeñados en obstaculizar el testimonio en cuestión.
Audiencia que finalizó abruptamente ante el desmayo de uno de los abogados;
desmayo que en virtud de la preclara intención de sabotear el procedimiento;
está en tela de duda. Lo cierto es que el proceso discurre en una intrincada
maraña de papeles, artículos de ley, terminología legal y formalismos de forma
y de fondo que están muy alejados de la experiencia cotidiana del común de los
ciudadanos.
Por eso no me sorprenden los datos que encabezan estas
líneas en donde 8 de cada 10 denuncias de violencia contra las mujeres no
llegaron a nada y de los 270 feminicidios a penas 5 encontraron justicia. Y no extraña, porque sumado a nuestra cultura
machista, o gracias a ella, el sistema legal es un entuerto que lejos de
cumplir su cometido, propina a sus demandantes dolores adicionales que solo
aumentan la pena y frustración.
El acceso a una justicia pronta y cumplida está
evidentemente reservada a quienes puedan comprender un poco y pagar el control
del llamado debido proceso. Circunstancias, ambas, que están fuera del alcance
de esta mayoría: mujeres, mayas, pobres, poco o nada estudiadas. Dice la
declaración de las Naciones Unidas sobre la violencia contra las mujeres, que
la baja condición social y económica de estas, puede ser tanto una causa como
una consecuencia de la violencia de la que son víctimas. Me atrevo a afirmar
también que esta baja condición es también causa y consecuencia de la impunidad
en que la mayoría de estos vejámenes han quedado. Constituyéndose además en una
doble violencia contra la mujer. Dicho en buen chapín: a las valientes
denunciadoras (o sus familias) les llueve sobre mojado.
La única manera de romper este círculo vicioso es en primer
lugar alentar y apoyar a las mujeres para que rompan el silencio y acudan a las
instancias legales para ir calando en el sistema y segundo pero tal vez más
importante que el primero, velar porque las mujeres tenga acceso a la educación
y un trato igualitario con sus pares varones.
Si la mujer es feliz, todos los seremos con ella. Ánimo
mujeres.
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