TRUMP
“de pronto me
encontré con una aparición de caftán negro y rizos negros sobre las orejas. ¿Es
esto un judío? Fue lo primero que pensé… pero mientras más miraba ese rostro
extranjero, escrutándolo rasgo por rasgo, más mi primera pregunta iba asumiendo
otra forma: ¿Es esto un alemán?”
Hitler.
Por Gustavo Cano
Hace algunos años tuve la oportunidad de colaborar en el
esfuerzo que un grupo de vecinos de una comunidad de Huehuetenango, venían
haciendo ante instituciones gubernamentales, con el objeto de construir un
puente vehicular que aproximaría la conexión de esta comunidad con su vecina de
al lado, geográficamente divididas por el río Selegua. Luego de muchas idas y
venidas, finalmente pude asistir al día de la inauguración. Un vecino venía del
“otro lado”, ajeno a la referida celebración, en su bicicleta; al percatarse de
la actividad, se apeó un momento y se acercó a la autoridad que inauguraba y le
dijo: “gracias por acercarnos”, a la vez que estrechó su mano y la de sus vecinos
de “del otro lado” y siguió su camino más allá del puente.
Esta imagen (la del encuentro) me ha venido a la mente una y
otra vez, cada vez que el flamante Donald Trump; virtual candidato republicano
a la presidencia de los Estados Unidos; vocifera en alguno de los noticieros;
cual perro rabioso despotricando contra todo y contra todos, pero
particularmente en contra de los inmigrantes; entre babas, pelos rubios y
pellejos ya flojos; a todo trapo, con bombos y platillos, entre barras y
estrella y preciosamente flanqueado por contorneadas misses; una de sus
propuestas más celebérrima (por su magnánima estulticia, quiero pensar) la
construcción de un gigantesco muro de 3,100 km a lo largo de la frontera con
México, cual moderna Muralla China.
No sé si esa sea la solución al problema gringo con la
inmigración indocumentada. Me temo que no, pues si la gente se las arregla para
cruzar el borde a través de caudalosos ríos, áridos desiertos, elevadas
montañas con el agravante que constituyen todo tipo de alimañas de cuatro y dos
patas, pues no va a ser una pared.
Lo tétrico de la propuesta en ciernes es en primer lugar la
materialización de la idea de la segregación, de la marginación, de expresar de
una forma monumental: no te queremos porque no sos como nosotros. En segundo
lugar es la ruptura sin doblez, sin miramientos, del tejido social que se ha
ido configurando paso a paso a lo largo de los años a ambos lados de la
frontera y más allá. Con el encuentro de las culturas inevitablemente estas se
han ido enriqueciendo y fundiendo.
Un loco aullando a todo pulmón, pues no pasaría de ser un
acontecimiento anecdótico contado en las líneas marginales de los periódicos;
pero cuando hay una masa crítica de ciudadanos norteamericanos decantándose
entusiastamente por estos cantos de sirena, incluidos muchos de origen o
ascendencia latinoamericana, es para poner las barbas en remojo.
Sin lugar a dudas el vociferante Trump es un peligro para el
mundo, peligro que se hace cada día más grande, entre más grande es el número
de sus adeptos.
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