Estrella del Mar

“vivir en obsequio de Jesucristo, sirviéndole fielmente con corazón puro y buena conciencia”
Regla Orden Carmelita.

Estrella del Mar

Por Gustavo Cano

En un ya lejano 1878, en pleno gobierno de Justo Rufino Barrios, luego de agotadoras gestiones ante la autoridad por parte de varios vecinos de Huehuetenango, principalmente aquellos que se dedicaban a la crianza y comercio de ganados, fue decretada la celebración de la feria en honor a Nuestra Señora del Carmen.

No deja de sorprender esta resolución gubernamental; dado que el llamado reformador, no era proclive a Huehuetenango y menos a la religión católica. A sabiendas que fue a instancias de ciudadanos que la pedían; con el ánimo de incentivar el comercio, particularmente el bovino y caballar; el hombre fuerte de este tiempo, pienso, aprovechó la coyuntura para sembrar un poco de confusión en la población de nuestro terruño, porción de suelo patrio por él tan odiado. Odio que surgió a raíz de que en el infame asalto e incendio de ésta, por entonces villa; por parte del barbudo caudillo y sus huestes: entre los que se contaba el famoso Tatalapo; casi una década antes, le hayan dejado chenco por el resto de sus días, los defensores.

Digo confusión, ya que la fiesta patronal parroquial era (y sigue siendo) el 8 de diciembre, en honor a la Virgen de Concepción, por lo que introducir otra celebración exaltando siempre la excelsa figura de la madre del Redentor, solo que bajo otra advocación, podría generar en el tiempo una dicotomía difícil de conciliar.

Seguramente ni el dictador, ni los que participaron en esa primera fiesta Del Carmen de 1,879; imaginaron el arraigo que esta iba a tener entre los huehuetecos veinticinco lustros después. Implantar una tradición es una tarea sumamente compleja, pensando que esta va a continuarse en el tiempo sin importar el cambio generacional, cultural y social. Pero la audaz apuesta resultó eficaz, sin lugar a dudas porque la devoción mariana, particularmente hacia la espiritualidad del Carmelo, conquistó los corazones de los paisanos, no en ese momento, sino que desde que fue traída por los españoles en el tiempo de Juan de Espinar, a quien se le confió la Encomienda de Xinabajul. 

Estos conquistadores, aventureros, viajeros y claro está marineros, tenía como patrona (que significa protectora) específicamente a la Virgen del Carmen, a quien llamaban Stella Maris (Estrella del Mar). En la antigüedad el mar significaba lo desconocido, el peligro, la incertidumbre y con el fin de llevar ante tal desolación: consuelo, guía, serenidad pues se invocaba el testimonio y la ayuda de la Madre del Creador: La Virgen del Carmen.

La Flor del Carmelo; en honor a quien se celebran las Fiestas Julias, es la Patrona de la ciudad de Huehuetenango; tremendo aporte ha dado, al incentivar no solo el comercio sino las múltiples expresiones culturales que en torno a ella se han generado a pesar de la mediocre gestión de la autoridad local llamada a liderarla. Sin embargo, sigue teniendo en sí misma, un grandísimo potencial como integradora social.

Que puestos pues los ojos en la bienaventurada siempre Virgen María, sintamos la alegría de su amor maternal y la guía segura en medio de las adversidades que nos llevará indefectiblemente a la construcción del Reino, un reino de solidaridad y paz.


Huehuetenango, solemnidad Del Carmen, 2016.

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