Foto Noche Buena

"Nace en mi, nace en cualquiera si hay amor." Himno de vísperas.

FOTO DE NOCHE BUENA

Por Gustavo Cano.

-¿Y esta foto cuando la tomaron amorcito? –Mmm… déjame verla más de cerca: me veo feliz frente al nacimiento, estoy con mi abuelita, mis papás y llevo puesto los tenis que me regaló mi hermano que estudiaba en los Estados Unidos por esos años, debe de ser de 1990 poco más poco menos. 

-Ramirito pizarrín de menta, no quedamos que vendrías por mí a las doce treinta, ya es la una menos veinte y no te apareces por acá! –Lupito hijo de la constelación de Orión, dejá que me trague tranquilo mi tamal hombre, total los de la Sonora Dinamita tocarán hasta que cante el gallo y un poquito después, calmantes montes mijo. –La Dinamita y sus siete enanos me vienen como pantalón de payaso: guango; mi pena es que me madruguen a la güerita vecina, la que platique el otro día. Apurate mano! –Va pues calenturiento hijo de estos fríos del solsticio de invierno no en vano: el del día más chiquito y la noche más larga, ya llego.

Esa mañana me desperté oyendo ese inconfundible acento inglés con una aguda y penetrante voz “she calls out to the man on the street ´Sir, can you help me?  Y me identifique plenamente con esa mujer a la que nadie escucha, a la que nadie tiende una mano. En el bachillerato, todos mis compañeros del colegio tenían sus tenis de marcas reconocidas y aunque le había pedido eso a mis papás, sabía de sobra que no gastarían tal cantidad de dinero en algo tan suntuoso y que procuraban el mismo servicio que unos de la mitad del precio. Ese año no podía calificarse de feraz, en cuanto al negocio y mi papá pagaba la universidad de mis hermanos mayores en la capital, por lo que no se necesitaba un IQ de 120 para inferir que los famosos tenis: never…

Llegó al barrio para esas navidades una niña güera, bueno más bien pelirroja y pecosa, pero con unos ojos verdes avellanados que me impactaron… tampoco era muy difícil que una niña nueva, con un acento raro tuteando y voseando a la vez robara la atención y menos de mi corazón fácil para prendarse hasta de una escoba a la que le pusieran falda como me decía mi difunta abuelita, que qué linda y qué lozana se ve en la foto, la jardinera así le decían, pero esa es otra historia.

"La clave con las mujeres mijo, me dijo mi papá unos solsticios antes, es caerles bien, ud no se preocupe por su carita de jarro, ni por no llevar ni una choca en la bolsa menos por la ropa y los caites, caer bien y más nada." Circunspecto, afable, seguro, dicharachero y como quien ha llegado a la otra orilla y ha regresado sano y salvo, así hablaba mi papá. Que esa navidad como todas las que recuerdo, está perfectamente entacuchado, con sus dos cohetes de vara tras la puerta, celosamente resguardados para el medio día del día de navidad. “Larga paz a tus huesos” viejito.

Tratando que hiciera caso omiso a mi desgarbada figura, luego de seguir sus rutinas un par de días, le espere decido por la plazuela de don Eliseo Castillo, afortunadamente llevaba reloj, así que le pregunté la hora, sin ver el reloj me dijo, faltan cuatro para las cinco, si gusta le acompaño, le dije, así faltan solo tres… mi genio con los números le hizo sonreír, misma que asumí como un sí. Le di la bienvenida al barrio, le platiqué sobre el clima y las montañas, sobre don Eli su vida y su obra, sobre Phil Collins y lo mucho que me gustaba Another day in paradise. Y le pregunté si iría al baile de Noche Buena, pasaditas las doce campanadas. Dijo que sí: que allí nos veíamos.  Creo que esa fue la primera vez después de muchos años que volví a colocar a mi padre en el parnaso de los sabios. 

Llegamos temprano al baile, al fin de cuentas: mis tenis nuevos, el Ramirito y yo. De más está decir que el regalo que más aprecie fueron los tenis que mi hermano me envió esa navidad desde el norte.  Nos ubicamos estratégicamente en unas sillas cercanas a la entrada, para ver nítidamente quienes llegaban; claro que a mí me interesaba ver llegar a la güera de ojos avellanados. Y en efecto llegó. Pero llegó acompañada, tomada de la mano por un amigo de mi hermano (el que me dio los tenis) y que estudiaba en la universidad en la capital. 

¿Qué recuerdos te trae esta foto amorcito? Mmm… pues solo me escuece que no disfruté más la compañía de mis viejitos esa noche buena. 

Santa Ana Huista, Noche Buena 2016.



Comentarios

  1. Como siempre!! Linda y Magica Refleccion. No se como le hace, pero lo imagine paso a paso en la historia, hasta le vi los tenis y la cara de decepcion cuando entro la Guera de ojos avellanados. Que bueno que no fructifico ese amor, No tuviera esa Guapura de Mujer que tiene a su lado.

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