Regreso a Clases
REGRESO A CLASES
Por Gustavo Cano
Un buen amigo me entregó la lista de útiles escolares de su
niñito que entrará este año al pre-kinder, o algo así. Es una amplia hoja llena
de un sinfín de materiales que servirán para que el crio en cuestión inicie un
largo camino, que me confía el feliz padre, inchando el pecho a todo lo da:
tiene que terminar en la escuela politécnica, como él, su abuelo y su bisabuelo.
Bueno, le dije, por el momento creo que deberás conformarte
con que no llore mucho el primer día y los bellos útiles escolares le duren al
menos una semana, antes que los pierda, los regale o se los roben en el jardín
de los infantes.
Callate mano, aseveró el general (creo que no es general
pero yo así le digo de cariño), a este muchachito no le para mosca. Es un buen
soldado.
Para este momento el niñito estaba llorando donde la mamá
por que no le querían comprar un su chicle de bola de esos que salen rodando
del precioso expendedor automático. Algo chillón resultó el generalito, pensé
para mis adentros.
Hoy, mañana: las aulas escolares vuelven a poblarse de
estudiantes, sí; pero también de ilusiones, de expectativas, de esperanza.
Porque eso es cada niño, pero particularmente cada niña que va a llenar su vida
con las emociones del conocimiento: la esperanza de una sociedad no solo mejor
sino que más igualitaria.
Probablemente las expectativas de los padres de familia son
o serán diametralmente opuestas a la de los hijos, pero irónicamente, esos caminos
que se bifurcan tienen como punto común en el horizonte la felicidad. Porque no
habrá progenitor que no se goce con la felicidad de sus vástagos. Y la felicidad
de estos no estará medida por el éxito económico, social o académico, sino por
el servicio que preste a su familia y comunidad.
Una maestra, un vendedor, un mecánico, un obrero, una doctora,
una madre de familia, un militar, siempre prestará un mejor servicio a su
entorno, en la medida que mejor preparado esté. Y esta preparación la da en una
considerable ración la escuela.
Enviemos entonces a nuestros niños a la escuela con el ánimo
que encuentre en ella y gracias a ella la oportunidad de servir en el campo en
el que quieran o vayan descubriendo que quieren desarrollarse.
Nuestra tarea será
amarlos y aprender a amar su camino.
¡Que vivan las niñas y los niños y que todos vayan a la
Escuela!
Huehuetenango, inicio
de clases 2017.
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