Justicia Ancestral
“En la diversidad y en las diferencia
está la riqueza de la sociedad” Jorge J.
Montes Salguero.
Derecho Consuetudinario
Por Gustavo Cano
En el invierno del año 2006 fui
invitado a visitar la comunidad de la Crinolina, un poblado que marca el borde
intermunicipal entre San Pedro Soloma, Huehuetenango y Nebaj, El Quiché. Demás
está decir que es un lugar bastante inaccesible. Salimos a las tres de la
mañana de la cabecera departamental, llegando alrededor de las diez horas a la
comunidad de Cocolá Grande, lugar hasta donde llegaba el vehículo y para
emprender inmediatamente una caminata de cuatro horas entre la selva y el lodo
que en algunos puntos nos llegaba a las tobillos; sorteando primero una bajada
vertiginosa, hacer equilibrio malabarista sobre una hamaca endeble, para luego
sufrir una cuesta que pareció interminable; pero finalmente llegamos! Y
llegamos directamente a degustar un delicioso caldo de gallina criolla, que me
supo a mí, a manjar de los dioses: esa comida y bebida que según la mitología
griega curaba, reponía, alegraba.
Mi viaje obedeció a revisar las
alternativas que se tenían para realizar la apertura de un camino vecinal que
conectara esta remota comunidad con sus vecinas. Se hizo evidente que llevar un
tractor de gran capacidad, que sería el necesario para el trabajo en cuestión,
hasta este remoto lugar, impondría retos logísticos importantes, además de una
buena ración de dinamita, que dadas las regulaciones en la materia, las
empresas que se dedican a este oficio pondrían precios muy elevados, dadas las
condiciones de la obra.
Todos esos escoyos se fueron
subsanando, porque como dijo Superman cuando la voluntad se convoca lo que
parece en un principio imposible se vuelve inevitable.
Pero en el transcurso de la
apertura de la brecha, nos fuimos encontrando con obstáculos más grandes que
los anteriormente descritos: los derechos de vía.
Muchos de los propietarios se
negaban rotundamente a otorgar el paso. Y con justa razón, minifundistas con
apenas una pequeña parcela que brindaba una mínima fuente de sobrevivencia, con
el paso del camino por su terreno, este quedaría reducido a la nada o
prácticamente a la nada. Así que la defensa de su tierra era enconada y
radical, puesto que defendían su forma de vida y la de sus familias.
Recurrir a los tribunales era
enmarañar el proyecto y estancarlo por años, volviendo maligna una obra que era
buena para todos. Además recurrir a la justicia remota; ubicada en otro
planeta, porque así se percibe al estado en estos lugares donde su ausencia es
prácticamente total; genera una profunda desconfianza.
Los ancianos de las comunidades
aludidas se reunieron, convocaron a los afectados y determinaron que de acuerdo
al área que fuera afectada así se les restituiría un área similar en terrenos
comunales aledaños, o en maíz por determinado tiempo.
El día siguiente se nos notificó:
pueden proseguir con la apertura.
Esta es la justicia ancestral, el
derecho consuetudinario… ¿porqué tanto miedo?
Pett, enésimo día en
que se bloquea la reforma constitucional al sector justicia.
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