Nos Faltan 41
“Somos la luz de esta casa, la
pequeña estrella que brilla en las alcantarillas, las luciérnagas del
inframundo… somos la descarga eléctrica de las tormentas, el clamor del destino
que se aferra a nuestros rostros…” Rosa Chávez.
#NosFaltan41
Por Gustavo Cano
Veo una fotografía atroz: de una pila de cuerpos vestidos
con pashamas; tengo grabado en la retina una de ellas que es de color rosado,
puede ser de la chica fresita. Es de una de las niñas-adolescentes que murieron
quemadas en el Hogar Seguro (vaya macabra ironía!) Virgen de la Asunción.
Esta institución abrió sus puertas en el tiempo de Berger,
con el objeto de dar refugio a la población infantojuvenil que experimenta
situaciones de vulnerabilidad en sus hogares o en las calles donde viven, por
lo que el estado los extrae del medio en el que sobreviven; o bien son
entregados allí por sus progenitores al verse rebasados en sus capacidades para
continuar con el crecimiento de sus vástagos; a fin de garantizarles mejores
condiciones de vida; donde la vida es por supuesto un sobreentendido.
Pero en el transcurso del tiempo, el fin original para el
que fue creado, se desvirtuó. Especialmente en el período infame del PP, el
hogar seguro pasó de ser santuario de acogida a virtual centro de
rehabilitación para menores en conflicto con la ley, o lo que es peor, a una
convivencia de ambos fines. Es decir que a esta institución llegaban tanto
menores que eran víctimas como victimarios.
Esta mezcla deleznable se constituyó en el caldo de cultivo
ideal para convertir el hogar seguro en seguro infierno, en donde las
vicisitudes vividas por los niños y niñas en lugar de menguar, se veían
continuadas e incluso aumentadas.
A raíz de varias fugas masivas materializadas o abortadas en
el intento (quien no querría escapar de estos abusos) desde hace un tiempo considerable, este
recinto captó la atención de los medios de comunicación, trascendiendo la
resolución emitida por la procuraduría de los derechos humanos, instando al
estado a cerrar esta fuente de maldad.
Pero el gobierno es una maraña de burocracia, ineptitud,
ineficiencia, indiferencia y la resolución de conciencia se entrampó sabe Dios
en que folio, de que dosier, de que gaveta, de que archivo, de que institución;
al colmo de que a la hora del incendio no se sabe ni en que institución, ni en
que persona, ni en que bolsa, ni en que llavero se quedó la llave del candado
que al quitarlo hubiera salvado vidas preciosas de niñas con problemas o
problemáticas; pero en uno o en otro caso: vidas preciosas.
De ese momento infausto acá se han escuchado muchas evasivas
y excusas, pero pocos (si acaso ninguno) “mi culpa”. Y en ese sentido a todos
nos toca una porción por excluir personas, encerrarlas y perder la llave. En el
sentido estricto y en el sentido figurativo.
Que este memorial de la pasión y resurrección del Jesús que
nos ilumina, que se nos avecina, nos
ayude a construir una sociedad que no solo no deseche personas; sino que sea
una que cuida, protege y ama a las más pequeñas, para que la ausencia de estas
cuarenta y una no sea en vano.
Foto Publinews |
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