¿Y las reformas para cuándo?

“La obra de la justicia será la paz y los frutos de la justicia serán tranquilidad y seguridad para siempre” Is. 32, 17

¿Y LAS REFORMAS PARA CUÁNDO?

Por Gustavo Cano

El cinco de octubre del año recién pasado, en un acto rimbombante las cabezas de los tres organismos del estado presentaron de forma conjunta pero encabezados por el señor presidente Jimmy Morales, la propuesta de Reformas Constitucionales al sector Justicia, al cual se adhirieron alegremente cincuenta y dos diputados. Propuestas que fueron validadas a lo largo y a lo ancho de la geografía del país; tarea que fue impulsada y acompañada por los titulares del Ministerio Público, Procuraduría de los Derechos Humanos y la Comisión Internacional contra la Impunidad.

La referida reforma pretende mejorar el acceso a la justicia, especialmente a sectores tradicionalmente olvidados: los pueblos originarios y las mujeres; fortalecer el sistema; asegurar la calidad de los funcionarios; despolitizar los procesos de selección y el reconocimiento de la jurisprudencia consuetudinaria, incorpora además de la carrera judicial, un organismo ad-hoc que se dedicaría a administrar el aparato burocrático, dejando a los jueces y/o magistrados la tarea de impartir justicia y abstrayéndolos de las dificultades del día a día: presupuestos, salarios, compras, personal y un largo etcétera propios de cualquier ente de esta naturaleza.

Esta audaz propuesta surge de la sentida necesidad social de ir componiendo un sistema escandalosamente ineficiente que es incapaz de brindar las respuestas necesarias para tutelar el derecho de los individuos y las instituciones en las diversa disputas que surgen en un país inmerso en profundos estados de insatisfacción producto de la violencia, las desigualdades, la marginación, la discriminación; que generan en amplísimos sectores de la población frustración por la impunidad rampante.

Ante la pregunta: ¿Está Ud. satisfecho con el sistema de justicia en Guatemala? La respuesta abrumadora es no. Y si a continuación se pregunta: ¿Está Ud. de acuerdo en que se reforme el sistema de justicia en Guatemala para que este funcione mejor? La respuesta, también mayoritaria es si, o al menos lo era al momento de presentar las traídas y llevadas modificaciones.  

Pero de esa fecha; de la feliz presentación del proyecto de reformas al organismo legislativo, responsable de que las enmiendas vean la luz jurídica para ser aprobada en última instancia por el pueblo en un referéndum constitucional; al día de hoy, como se dice: ha pasado mucha agua bajo el puente y las reformas que pueden constituirse en un primer paso para lograr en primera instancia la justicia y en segunda la paz, no solo no avanzan, sino que se han desnaturalizado, por ejemplo: al dejar de lado el reconocimiento expreso del sistema jurídico de los pueblos indígenas.

Pero, si es respuesta a un clamor del pueblo, fuente primigenia de derecho, ¿Por qué esta reforma no ha sido ya aprobada y sometida al voto popular? Para responder esta inquietud quiero citar a Ferdinand Lasalle que dice que los problemas constitucionales no son problemas de derecho, sino de poder. Con esto quiero decir que mi impresión es que los que tradicionalmente han detentado el poder en nuestro país, sienten que su preeminencia está siendo amenazada con esta propuesta y que prefieren que el estado de cosas continúe tal cual.

Pero esencialmente, la reforma no avanza porque el sentir de la mayoría es también contraria (en el peor de los casos) o indiferente (que a la postre es igual de dañina), haciéndole tristemente el juego a los que apuestan por el inmovilismo y porque acá se sigan haciendo las cosas, como siempre se han hecho. O como quien dice el oprimido apoya a su opresor.

¡Pueblo despierta!

Por eso grito en los tejados del mundo: señores, señoras ¿Y las reformas para cuándo?

Guatemala, día sexto novena al Espíritu Santo.




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