LA MAS CHULA DE TODAS LAS MARÍAS

“Los términos “María Chula”, han sido utilizados como parte del lenguaje discriminatorio hacia las mujeres mayas.”    CODISRA

LA MÁS CHULA DE TODAS LAS MARÍAS

Por Gustavo Cano

Doña María Elvia nació en el 1918, en los últimos años del gobierno del declarado loco (y se quedaron cortos) Manuel Estrada Cabrera. Nació el día en que el calendario venía marcado con la festividad del “Dulce Nombre de María”. Don Chepito y doña Naty (sus señores padres) ni lerdos ni perezosos con gusto llamaron así a la segunda de sus hijas, nacida en el jardín de la casa de los abuelos, por allá en la periferia de la insipiente ciudad de Huehuetenango: en el Calvario, hoy parte de la zona 1 de esta que fuera llamada: Tacita de Plata.

A veces, siendo niño, me llevaba al mercado.  A mí no mucho me gustaba eso de ir a por entre los canastos y las vendedoras remilgosas; bueno me gustaba solo una: la que me regalaba melcocha, que luego diligentemente le cobraba a la tal María!

En mi círculo familiar más cercano, abundan las Marías. Pero la María Elvia influyó de manera tal en mi vida, que cuando el alboroto de “María Chula” estalló en los medios de comunicación, mis pensamientos volaron todos a la evocación de la memoria de mi linda abuela materna. La tal “María Chula” no es más que el establecimiento virtual que vende ropa para mujeres con diseños típicos (bastante chulitos en efecto) y que fue denunciado por una asociación de mujeres tejedoras a la Comisión Presidencial Contra la Discriminación y el Racismo (CODISRA) misma que presentó los cargos pertinentes en el Ministerio Público.

En el mercado: los carniceros, los vendedores de mercerías y chirimías, las regatonas y las ocasionales; todas llamaban a mi abuela Doña María y las más busas doña Mariíta. Pero sin importar la dulzura de las/os marchantes, mi abuela era dura para la negociación y siempre regateaba los precios… y conseguía rebajas en los precios o con desdén dejaba las diversas mercaderías en los zafios canastos de mimbre.

Pero en el mercado no solo ella era María, ¡sino todas! Particularmente las que vestían esos coloridos trajes típicos. Ingenuamente le pregunté a mi guía experta en el piélago de verduras y flores: ¿Por qué tantas Marías?  Alguna se llamará así, me dijo, al resto solo les decimos así. ¿Por qué? Insistí, mmm… y encontró el tomate que estaba buscando: ¿A cómo el tomate María?

Esa costumbre en nuestro medio se ha erradicado felizmente, por lo que las nuevas generaciones desconocen en absoluto estos entuertos, infiero que por eso generó tanto alboroto e indignación la denuncia-demanda contra la tienda de María Andrea; que gallardamente presentó una disculpa pública y seguramente generó tráfico en su tienda que tiene ahora ya más de 55,000 seguidores; pero en realidad muchas veces sin saberlo, sin pensarlo, sin desearlo somos parte de un sistema que estigmatiza, despersonaliza, margina, invisibiliza, humilla, denigra, rechaza,  a la persona humana imagen de Dios. 

Cerrar los ojitos o negarlo con vehemencia, no elimina esta lacra. ¡No a la discriminación! ¡No al racismo!


Viejo San Juan, fiesta de la estrella del mar, 2017.

https://www.facebook.com/MariaChuula/

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