Doña Concepción
“El fin de la vida
social es el bien común históricamente realizable.” DSI 168.
DOÑA CONCEPCIÓN
Por Gustavo Cano
Unos muertos me estaban persiguiendo fíjese hermana, mire
ahí en la esquina no dejan pasar los muertos, parece que están enojados. Y mi
hijo me dijo que lo esperara por esta puerta, que acá estaría segura. ¡Véngase
hermana oremos!
Me voy corriendo al trabajo, pero ¿qué estarán haciendo esas
ancianas ahí en la puerta mirá cielo? Ah sí, yo estaba limpiando y ordenando un
poco el parqueo y les escuche: están orando, tan lindas mis viejitas… parece
que una de ellas tiene ya un rato de estar por acá y la otra le infunde ánimo.
¿Qué hiciste de almuerzo corazón? traigo un hambre
dromedaria, que como en la mañana solo pude comer algo de cereal porque se me
había hecho ya muy tarde y para evitar un draconiano castigo de mi espartana
jefa, ni a refaccionar salí, vaya que te hice caso en llevar la chumpa esa tipo
michelling que me obsequio tú mamá, a riesgo de padecer algún embrujo o algo,
al menos no pasé frío que ni un poquito de sol salí a recibir. Pero mirá sigue
la viejita ahí en la puerta trasera. No sé, porque no salís a ver. No te estoy
preguntando, te lo estoy afirmando, que caminé por ese lado para llegar más
presuroso. Tiene consigo una bolsa
blanca grande, donde imagino que trae toda su “casa”. O está perdida o la
vinieron a perder por acá. Prepárame algo en un plato de esos desechables y se
lo demos para que coma algo. ¿Será que lo va a aceptar? ¿Quién sabe? Pero si
dice que no, no perdemos nada y almuerzo yo cabal, pero si dice que sí almuerzo
justamente lo justo.
Mirá cielo sigue la señora allá afuera y el viento norte
está gélido. Si mujer, déjame ver que averiguo con ella, voy a llevarle de paso
un café caliente y una su sheca con frijol, que la indigencia da hambre. No te
molestés yo lo voy a preparar. Su mirada venida desde abajo, desde muy abajo,
más allá de la acera, me penetró con una frialdad que me heló la sangre, más
que ese viento ingrato que parece quiere arrebatarnos el alma. Estiro la mano y
me percato que tirito. Gracias a Dios que no llene el vasito hasta el borde
porque quemo a esta hermana. ¿Quiere un café? Esta sentada junto al poste donde
dejamos la bolsa de la basura en las mañanas para que la recoja el sistema de
recolección, cuantos perros han orinado allí! Y cuantos perros hombres!
Inmediatamente lo toma y lo toma. Tiene puesta una chumpa adecuada al clima.
¿Cómo se llama? Concepción. Hace demasiado frío acá en la calle ¿dónde vive,
dónde está su familia? El otro día llegue temprano a Guate y la llave de la
habitación me la entregaban hasta las 4 pm, sí que es duro no tener donde
recostar la cabeza. Espero a mi hijo. Y se le perdió la mirada.
No podemos dejar a esta señora allí tirada en la calle
dejando que pernocte como un perro. Acompáñame la llevaremos a una pensión,
pero no puedo ir yo solo, bueno si puedo, pero sería un poco raro. Ay pero que
frío hay! ¿Y si la vienen a traer? ¿y si no acepta que la llevemos? ¿Y si
piensa que lo que queremos es robarle sus cosas? Porque habrá que ayudarla con
la bolsa que se nota a leguas que pesa más que la viejita ¿y si no la aceptan
en la pensión? Y las dos pensiones donde de repente nos la aceptan están lejos,
te la vas a llevar en el carro. ¿Que tal si mejor avisamos a los bomberos o a
la policía? Mirá, esta es nuestra oportunidad. Para auxiliar al necesitado es
necesario implicarse, meter las manos, arriesgarse. Mmm…. Va pues, vamos!
Huehuetenango, fiesta
de la Inmaculada Concepción, 2017.
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