ODA AL MÚSICO MUERTO
Oda al músico muerto
Tal vez fue ayer, no lo sé.
Lo que si se es que me esperaba sentado en el pretil de la
puerta,
el paso de los años había hecho mella en su gallarda figura.
Sin embargo, el sempiterno sombrero negro
revelaba anacrónicas épocas de oro en el pueblo antañón;
tierra bendita del que egregio varón filial fue.
Imagínemelo sentado en el salón Mazorca escuchando
extasiado,
ufano, feliz, las notas de sus composiciones magistralmente
ejecutas
sobre las teclas morenas:
Alegrando los espíritus, moldeando el imaginario colectivo
de la tierra romántica:
vergel del progreso, la concordia y la paz.
Helo ahí:
¡Derrumbado!
Por el tiempo, el olvido, el hambre.
“Le traigo su CD”
Hoy se multiplican los panegíricos rimbombantes
alabando sus dotes, maestro.
Es justo… pero:
¿Dónde estuvo esta muchedumbre cuando aún nos veía y oía?
“Siii seeeñor,
Huehuetenango es así…”
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