Nosotros los laicos

Porque no estamos luchando contra la gente de carne y hueso, sino en contra de malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre este mundo oscuro.” Ef 6, 12


NOSOTROS LOS LAICOS


Por Gustavo Cano


Como estaba previsto, al terminar el mundial, la carrera por los distintos puestos de elección popular se ha incrementado y da ya muestras de ir consolidando los diferentes procesos que en el seno de las diversas organizaciones tanto políticas como sociales se van gestando a nivel local y nacional.


Las reglas del juego político han variado de manera sustancial, particularmente en el tema de la financiación electoral, en las formas de promocionar los candidatos y sus respectivos partidos políticos y los tiempos. El espíritu de la ley pretende erradicar la vieja política (o coadyuvar a ello) impulsando un evento electoral inédito, en donde las antiguas prácticas clientelares y populistas deberían verse sensiblemente mermadas.


Sin embargo, bien sabido es por todos, que no son las leyes las que logran los cambios, sino las personas. El derecho será válido en la medida en que este nazca del seno mismo de los ciudadanos y sea esta una norma de convivencia añorada por aquellos a los que ceñirá. O será, como muchas otras leyes, simple papel mojado.


Evidente es entonces que la única manera en que la regeneración de las instituciones será posible, solo mediante el involucramiento de los ciudadanos en cada uno de los estamentos que hacen que un municipio (por ejemplo) sea bueno o malo. Los “estamentos” a los que me refiero son la administración pública, la participación ciudadana y la democracia electoral. 


Etimológicamente la palabra ciudadano significa “el citado”. Citado para el bien común, o mejor aún citado para asociarse al bien común. De ahí que la política es la forma más elevada de caridad, como bien la definió el Cardenal Bergoglio, hoy Papa Francisco. En el sentido de darse al otro en la práctica real y efectiva de la bondad. En donde cada uno de nosotros tiene dentro de la comunidad un don y por ende una tarea: darse por los demás.


Y ¿la comunidad cristiana está citada? Sin lugar a dudas más que cualquier otra. Porque el momento histórico que estamos viviendo demanda a la Iglesia que aporte a la República sus dones: a) capacidad de discernimiento b) su compromiso social, especialmente su amor privilegiado por los más pobres y c) la libertad que se genera por la ausencia de ataduras al mal, generado en virtud de la armadura de la que habla Pablo a los Efesios. 


La participación en política partidista no será entonces solo un derecho, sino es más bien un grito desesperado de la nación laica (que no significa atea, sino garante de creer o no, como bien lo explicó el presidente Macron a la conferencia Episcopal francesa) a sus mejores ciudadanos para que la salve.


Cualquier acción que ponga cortapisas a la libertad de asociación, la libertad de emisión del pensamiento, la libertad de reunión; además de atentar contra los derechos humanos de las personas es un grave sabotaje a la construcción del Reino.


Y sí… Ud. también está citado: Para mayor gloria de Dios.


Fiesta de San Ignacio de Loyola, 2018.


Comentarios

Entradas populares de este blog

HOJA DE VIDA GUSTAVO CANO

María Elvia

20S