OIGAMOS A ROMERO
Que de Cristo, el
Señor, saquemos la cordura, la sensatez, para ser un país donde se pueda vivir
con la tranquilidad de quien vive en su propia tierra” Monseñor Óscar Arnulfo
Romero
#OigamosARomero
Por Gustavo Cano
-Vos Marino, mañana hay que concretar el trabajito aquel. –El
del cura comunista? –Ese mero mi Marino de mar, que la homilía del pasado
domingo conminando a la tropa a no obedecer las órdenes superiores alineó ya a
los meros tatascanes y dieron el OK al plan piña de mi mayor d´Aubuisson. A las
1400 pasarán en un carrito rojo a recogerte a tu casa, ahí llevarán ya el rifle
con mira telescópica calibre 22 con municiones expansivas, te llevarán a la puerta
de la Capilla del Hospital de la Divina Misericordia donde el curita dirá una
Misa según invitaron en una esquela del periódico a las 1730 horas, parquearán
enfrente donde te queda un tiro franco y como lo hemos planeado te lo quebrás! –¿y
mis dos mil? –¿dos mil? ¡Te voy a cachimbear! No seas bayunco… en mil quedamos.
Cuando el curita baboso esté ya frío, pasas por tus mil colones y una tu birra!
–Eso apenas son $100 dolorosos –Es un trabajito chichi guanaco, cosa de ishocos!
Así que dale viaje sin reparos que las órdenes son órdenes y nada de meter la
pata. –Me extraña Alvaro, vos sabés que donde pongo el ojo pongo la bala.
-La hostia de trigo se convierte en el cuerpo del Señor que
se ofreció por la redención del mundo y que en este cáliz el vino se transforma
en la Sangre que fue precio de la salvación. Que este cuerpo inmolado y esta
sangre sacrificada por los hombres nos alimente también y nos agarre nuestro
cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor como Cristo: no para sí sino
para dar cosechas de justicia y de paz a su pueblo. Unámonos pues íntimamente en
fe y esperanza a este momento de oración por doña Sarita y por nosotros.
-¡PUM!
Luego el silencio y luego el grito, el llanto, la desolación del pueblo al ver a su pastor martirizado regando su sangre, donándose hasta la última gota.
-¡PUM!
Luego el silencio y luego el grito, el llanto, la desolación del pueblo al ver a su pastor martirizado regando su sangre, donándose hasta la última gota.
Este domingo XXVIII del tiempo ordinario será canonizado
Monseñor Romero mártir por odio a la fe en Cristo. Y se proclamará en todo el
orbe el evangelio según San Marcos en donde Jesús viendo con cariño al joven
rico, le da las pautas para la vida eterna. El ahora santo, comentando este pericopa
nos ensenó que todo lo bueno de este mundo y particularmente las personas
buenas que vamos conociendo en nuestro peregrinar, son una vago reflejo de la
bondad de Dios, que es infinitamente misericordioso. Por eso es una verdadera
tragedia cuando lo bueno se corrompe, porque de lo malo, lo más malo es lo que
una vez fue bueno. Vivimos inmersos en una sociedad que experimenta un continuo
deterioro moral, donde se relativizan los principios y donde se exalta el
tener, el poder y el placer; por lo que la corrupción es una moneda cada vez
más común y corriente que alcanza a casi cualquier persona, incluso a los
buenos cristianos. Además debemos notar que no basta con solo no hacer el mal,
sino que no hay que ser indolente, tolerante o simplemente indiferente al mal. Seguir
a Cristo implica desprendimiento total, en donde esto no tiene nada que ver con
ser pobre o rico, porque igual puede estar amarrado el pobre a sus pobres posesiones
como el rico a sus ricos patrimonios. Desprenderse significará entonces no
poner la confianza en el dinero que simplemente generará espíritus avaros,
insensibles e infelices, sino en Dios que libera para pasar de la inequidad a
la dignidad de los hijos de Dios generando espíritus felices.
Que un día Dios en su infinita misericordia, nos mire como
miró el mártir Romero al pueblo que pastoreaba y como de seguro lo mira a él: con
ojos de cariño.
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