NAVIDAD LINFOBLASTICA

 A veces uno es / manantial entre rocas / y otras veces un árbol / con las últimas hojas. Mario Benedetti.


NAVIDAD LINFOBLASTICA

Por Gustavo Cano


Sintió un balde de agua fría recorriéndole el cuerpo, cuan largo es. Y pasó la corta vida del vástago como en imágenes de view master, ese aparatejo que su papá le regaló para una navidad y en el que descubrió que las galaxias entran en guerras épicas entre saltos cuánticos y no pudo evitar pensar que esa es la vida, no más saltos cuánticos: vio cuando su mujer le dijo en el jardín botánico: estoy embarazada y aunque le alegró terriblemente también le aterró terriblemente. Estaba desempleado para entonces y a pesar de que la abuela le dijo que cada niño venía con un pan bajo el brazo, sabía que lo único que hay bajo el brazo es el sudor del jornal ganado. Es un varón sano y por el llanto con buenos pulmones, creo que se parece a usted ¡por lo guapo! Felicidades; el olor a hospital, las luces incandescentes, el charco de sangre y los grumos corintos sobre el neonato le sobrecogieron, lo próximo que recuerda es el aséptico y frío piso de la sala de cirugías. Sus primeros pasos y el golpe de calor que le aceleró el corazón cuando le oyó decir ‘papá’ mientras estiraba los brazos, al verle entrar a casa, luego de un día aciago. Cuánto le disgustó que su compadre haya llevado a la pila bautismal al nene. E inmediatamente cayó en la cuenta del diagnóstico: el nene, que aún no cumple los cuatro años, tiene cáncer. Leucemía es la palabra que recuerda, linfoblástica aguda son las que no recuerda pero que le martillan el cerebro y le hacen sentir una angustia indescriptible. Su mujer está en una pieza y el tiene que ir al baño.

En ocho días es navidad, le dice su mujer al galeno que le ve con una mirada inexpresiva, fría como el frente frío número siete que campea en ese soleado día. Le tienen que internar de inmediato, le explica el doctor, tienen suerte de que el niño haya sido diagnosticado tan rápido, otros muchos niños pasan mucho tiempo de doctor en doctor antes de saber que causa sus padecimientos y cuando se enteran ya es muy tarde. Navidad habrá siempre. ¿Y qué es lo que tenemos que hacer? Pregunta el papá abigarrando pensamientos que deambulan entre su precariedad laboral, el apoyo económico que su mujer presta al hogar con la venta de refacciones, el otro bebé que viene en camino y los planes de llevar a la familia y su madre al paseo aquel tan ansiado entre navidad y año nuevo. Toca aplicarle quimioterapia al niño, pero eso lo tienen que decidir en el hospital pediátrico allá en la capital. 

¡Es tu turno papá de esconderte! Dice el niño, mientras corre al árbol en el que titilan luces de colores.  

¡Feliz Navidad!

Huehuetenango, diciembre de 2021.



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