MI TIEMPO, TU TIEMPO, NUESTRO TIEMPO

«La cualidad indispensable para un buen cocinero es la puntualidad, pero es también la de los invitados.» Jean Anthelme Brillat-Savarin

Mi tiempo, tu tiempo, nuestro tiempo...
Por Gustavo Cano

Días atrás fui invitado a un desayuno con motivo del cumpleaños de la más pequeña de mis sobrinas. Cumplía sus primeros tres vivarachos años de feliz existencia. Es una güirita chula, medio colochita, de ojos alegres y muy vivaces, que con su saludo en una jerigonza marciana; imposible de traducir ni con piedra rosetta en mano, pero que un segundo antes de intentar decir hola; ablanda el corazón más endurecido. Aunado a esto, la promesa de que la mamá, mi anfitriona y hermana, se haría cargo de mi bienestar gastronómico en esa mañana dominical, me hizo enfilar entusiasmado mis pasos a una prometedora piñata aderezada por suculentos platos.
La invitación decía nueve a.m., lo que me pareció perfecto, porque me permitía ir a la, para mi imperdible, Eucaristía de siete de la mañana y estar perfectamente a tiempo y con hambre estudiantina para romper el ayuno de casi quince horas, que iba desde la cena con el tradicional tamal de los sábados a la cita del día primero de la semana.
Ingresé a la estancia con espíritu festivo pero un poco preocupado por mi leve retraso, eran las nueve y cinco!
Mi primera impresión fue que me había equivocado de lugar o de día, pero luego vi a mi muchachita (la medio colochita de ojos alegres y muy vivaces) y eso me tranquilizó, luego pensé para mis adentros que probablemente solo los ya reunidos éramos los invitados, en virtud de lo duro que es mi cuñado para gastar el sufrido pisto. Como la cosa iba muy lenta y los gruñidos de mis tripas muy rápidos; me anime a preguntar a los anfitriones. Me dijeron que era el primero en llegar y que probablemente la fiestecita comenzaría, con suerte, a las diez de la mañana, porque por acá impera la hora chapina, que manda una hora de retraso en todo!
En esta parroquia debería estar prohibido llegar tarde, declararlo pecado, delito o darle cualquier nombre feo y ser objeto de alguna pena de cárcel, porque está mal perder el tiempo propio que es tan escaso, pero robar el tiempo ajeno... eso es robar y eso es doblemente malo!

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